Duele a veces recordar nuestra indolente condición que nos hace ver el episodio de la desaparición fisica de este mundo de nuestro amigo, como un hecho más en la ya larga sucesión de muertes de este país, sin término.
Nos olvidamos que todavía quedamos nosotros a la espera de salir, abordar el mismo bus, que nos llevará al más allá, pero la manera de hacerlo, empujado por las circunstancias físicas que sólo el se llevó y los que lo hicieron. Nos hacen creer en la inutilidad de las investigaciones exhaustivas.
Sigamos cada mañana de todos los 25 de cada mes, acompañándolo a él, a su familia, a sus amigos y no perdamos el horizonte de rescatarlo de la caida más absoluta en el olvido. Porque podríamos ser cada uno de nosotros el empujado, el caído o el olvidado.
Calumnias, amenazas,
inquisiciones, hogueras,
enfermedades, aflicciones
y otros males,
nada de eso
debes temer.
¿Por qué?
Es muy sencillo:
todo pasa...
¡En placeres y alegrías
aprovecha, amigo,
tu corta vida!
Haz
lo que te venga a la cabeza.
Ahora, eso sí,
no pienses en el pasado,
no pienses en el futuro
y muchos menos
en el más allá...
No hay comentarios:
Publicar un comentario