jueves, 19 de julio de 2007

PROBABILIDAD DE QUE LA MUERTE DE JAIRO GONZALEZ SE ACLARE

PUBLICADO EN EL ESPECTADOR
ImpunidadLa impunidad es, por definición, el privilegio de los criminales de no pagar por sus delitos. Es el resultado de la incapacidad del sistema judicial de hacer justicia. Es el territorio del que la hace y no la paga. Es Colombia.

Armando Montenegro
sábado, 07 de julio de 2007
La impunidad en Colombia asciende a más del 95%. De cada cien crímenes, en menos de cinco se halla un culpable que es condenado a pagar una pena. La gran mayoría de los otros noventa y cinco delitos ni siquiera se denuncia; unos pocos se investigan y si acaso algún proceso comienza, éste pronto se abandona y no termina en nada.
Las consecuencias de la impunidad son devastadoras. Las mafias hallan el clima propicio para crecer y multiplicarse. La corrupción se generaliza. La sociedad civil vive intimidada.
Quienes han estudiado por qué el narcotráfico floreció en Colombia señalan que no fue la localización, ni el clima, ni las rutas del contrabando secular, sino la impunidad la que creó un ambiente especialmente favorable para que crecieran en nuestro medio los carteles más grandes del mundo y la mayor producción de coca del planeta. La ventaja comparativa del narcotráfico es la impunidad del país. Y el narcotráfico sólo disminuirá cuando se elimine la impunidad.
A pesar de que éste es uno de los problemas más graves de la sociedad, la impunidad es un tema relativamente ignorado en nuestro medio. Las grandes estadísticas de la impunidad no reciben ni siquiera la millonésima parte de la atención de que gozan la tasa de cambio, la inflación o el desempleo. Los partidos políticos no debaten el tema. Las cortes no se refieren a ella. La prensa ilustra sus mayores manifestaciones pero muy rara vez discute sus causas. Sólo de cuando en cuando se plantea algo sobre la reforma de la justicia.
El olvido de la impunidad no es inocente. Las sociedades que viven sin justicia aprueban o, al menos, tienen una relación de complacencia con el crimen. El desdén, el olvido y el descuido de la justicia no son sino la otra cara de la moneda de la convivencia con la corrupción y con ciertos grupos conectados con bandas que masacran y aterrorizan a la población. La callada tolerancia frente a la impunidad es un síntoma de que amplias capas de la sociedad y de la economía mantienen relaciones con quienes cometen crímenes en forma habitual.
Hoy en día hay más preocupación en el exterior con la impunidad de Colombia. Ante la parálisis de nuestro sistema judicial, los mayores criminales colombianos son juzgados por tribunales extranjeros. Los capos de la droga rinden cuentas ante las cortes de Estados Unidos. Los tribunales de derechos humanos de los organismos multilaterales conocen y condenan las masacres y los abusos contra la población civil. Los editorialistas y escritores europeos y norteamericanos se ocupan con frecuencia de este tema. Los observadores externos le exigen al Gobierno que fortalezca la justicia.
En un país con impunidad, la revelación de culpas inocultables crea desconcierto. Induce la aparición de “micos” legislativos para salvar a los delincuentes. Estimula la convocatoria de cruzadas por el perdón, el olvido, la rebaja de penas y el punto final. Todo menos la justicia.
Ante la presión internacional por la situación de violencia e impunidad en Colombia, en lugar de adoptar histéricas posturas defensivas, de clamar que las cifras de asesinatos y desapariciones han caído y que la situación está mejorando, lo único sensato debería ser buscar un acuerdo político que convoque a todos los partidos, para fortalecer seriamente la justicia, en especial a la Fiscalía. Lo que requiere la justicia del país son más recursos, mejores estructuras administrativas, un seguimiento estadístico cuidadoso, un buen aparato administrativo y un fuerte apoyo nacional e internacional.


Notas: ¿Dejaremos los funcionarios de la Gobernación del Valle que esta historia se repita con nuestro compañero y amigo?

1 comentario:

Miriam dijo...

¿QUÉ SE HA HECHO?
¿QUÉ HEMOS HECHO, NOS QUEDAMOS QUIETOS Y CALLADOS COMO TODO?
YO TAMBIÉN FUI VICTIMA DE VIOLENCIA. MURIÓ MI CUÑADO Y ME CULPÉ POR SU MUERTE.
PERO NO, YO NO FUI LA QUE DISPARÉ, FUERON UNOS VILES CRIMINALES QUE SE FUERON Y YA.
TODO QUEDÓ ALLÍ.

YO FUI DE LAS ÚLTIMAS PERSONAS QUE VÍ AL AMIGO JAIRO.
Y CARA DE SUICIDA NO TENÍA. CUANDO SE DEVOLVIÓ, ME ENCONTRABA EN EL PISO 11 EN MI PUESTO DE TRABAJO,
SU ENTRADA FUE DE CHISTE, PORQUE PREGUNTÓ DURO, ¿QUÉ ESTÁN TOMANDO, CON ESA MUSICOTA?
EL COMPAÑERO EVER MENESES QUE SE ENCONTRABA IGUALMENTE EN EL PISO 11 Y QUIEN ESCUCHABA SALSA CON
BUEN VOLUMEN LE MUESTRA UN VASO DE AGUA MUY FRIA. JAIRO MIRA EL VASO Y DICE RIENDOSE NO ESTÁN PERDIENDO EL TIEMPO. YO LE DIGO SAQUESE UNA… EL SE ACERCA HASTA MI PUESTO RIENDOSE, YO LE COMPLETO (BOTELLA DE WHISKY) EL DICE NO TENGO, LE DIGO TACAÑO, A USTED LE REGALAN MUCHAS, SE RIE NUEVAMENTE Y DICE ESO ERA ANTES QUE ME REGALABAN YA NO. Y SE VA PARA SU PUESTO.

ACASO UN SUICIDA TIENE PENSAMIENTOS PARA TODO ESO. NOOOO. SI HUBIERA QUERIDO LANZARSE LO HUBIERA
PODIDO HACER MUY TRANQUILAMENTE DESDE SU PUESTO. NO HABÍA NADIE EN ESA OFICINA. ERA MÁS CÓMODO Y FÁCIL QUE IRSE A ESA OSCURIDAD DONDE SE VE ES MUY DIFICIL TREPAR.

POR LO TANTO YO DIGO QUE JAIRO NO SE SUICIDÓ. PARA NADA.

QUE DIOS LO TENGA EN ETERNO DESCANSO Y NOSOTROS FAMILIA GOBERNACIÓN NOS CUIDEMOS UNOS A OTROS, PORQUE REALMENTE AQUÍ NO HAY NINGUNA VIGILANCIA Y NO SABEMOS QUE NOS PUEDA PASAR.

MIRIAM QUICENO RAMÍREZ